viernes, 28 de febrero de 2014

Ha pasado un elefante

              Yo era la más pequeña de tres hermanos. Uno con ocho años más y otro seis. Este último, el más pequeños de los varones, era un bromista empedernido. No encuentro una palabra mejor para definirlo que sicópata de las bromas.
              Las suyas no eran bromas cualquiera, sino de esas que requieren plantificación, mucha dedicación, en fin, mucho tiempo y mucha paciencia. Esas que te ponen el corazón en la boca y te laten las sienes y que solo le hacen gracia al que las gasta. Además, el día también se aderezaba con muchas de esas bromitas rapiditas, que yo llamo del último minuto, que te hacen llegar tarde a donde tuvieses que ir.
             Pronto aprendí a esquivar las del último minuto. Con ocho años me di cuenta que una patadita a tiempo en la espinilla podía ser muy efectiva a pesar de la diferencia de estatura. Así que se puede decir que de alguna manera forjó mi carácter. Odio las bromas, no las soporto. Sobretodo esas en las que a la víctima no le quedan ganas de reír.
          
             Llegó el 23F y con el varios programas documentales. Me dispuse a ver uno de ellos, uno con políticos, periodistas y hasta un señor de la embajada americana. No podía creer lo que estaban contando. Por momentos me iba indignando y entristeciendo. Uno de los comentarios finales de  mi adorado Gabilondo fue: "a veces pasa un elefante y nadie lo ve". En ese momento me cayó una lágrima y lo odié.
             Lo que se contó en el programa fue que todo el golpe estaba perfectamente preparado y orquestado. El gobierno, los cabezas de partido, el rey, algunos periodistas. Todos unidos por el bien de todos. Y yo mientras pensando que como de costumbre nos trataban como a menores, que nos enseñaban las orejitas del lobo para que todos entráramos en la democracia y aprobáramos la constitución sin hacer muchas preguntas ni pedir cuentas de nada.
             Ya me estaba poniendo mala cuando salen disculpándose diciendo que todo era una gran BROMA. ¡¡¡JOERRR!!!, me acorde de todas sus madres. Total, que me han obligado a tragarme dos amargas pildoritas.
             La primera, que dejándome llevar por el corazón, estoy predispuesta a tragarme cualquier patraña bien presentada y la segunda que tengo que alegrarme de que todo no fuera un engaño, o sea, que me tengo que alegrar de haber sufrido un golpe de estado, "toma del frasco Carrasco".

             Pero eso no es todo, sino que estas insufribles ganas de saber más, me llevaron a seguir viendo otros documentales y de verdad, de verdad que no soy nada masoquista. Lo cierto es que después de escuchar aquí y allí y yo que se, tengo mas dudas que nunca y como decía el filosofo, solo sé que no sé nada.

           Ahora creo que la gran verdad es la que dijo Gabilondo, al que he vuelto a querer,

           A VECES PASA UN ELEFANTE Y NADIE LO VE

1 comentario:

mirandoelmar55 dijo...

Leo yo también me alegre como tú de haber vividi el golpe,que cosas,vi un reozo de ese documental y no me lo podía creer,y luego ,mira ,pese menos mal...vaya lío.
A mi me pasa como a tí no me gustan las bromas y pesadas menos,esos documentales no los tendri`´ian que hacer.
M e alegro de que vulvas a escribir ,ahora hacía dias que no entraba por aquí.
un beso.

menchu_